Al entrar a la casa de mi abuelita siempre huele a algo porque nunca para de cocinar. Sean los frijoles recién hervidos, o su famoso Arroz con leche, los olores de la cocina de mi abuela pueden abrir cualquier apetito. Este fin de semana después de misa (a cual vamos juntas cada domingo), decide entrevistarla mientras preparaba el almuerzo para ese día. Mi abuela siempre ha sido una persona muy privada y discreta, pero use el excuso de esta clase para aprender un poco más acerca de su experiencia con la comida en su propia cocina. (¡Ni me dejo sacarle fotos ni video porque dijo que no estaba penada!)
¿Abuelita, donde aprendió a cocinar?
“Hay hija, pues tus tías en México dicen que tengo el mismo sazón que tu vis abuela en paz descanse. Ella fue la que nos enseñó todo lo que sabemos. Con siete hijas, y el rancho lleno de frutas y verduras frescas que cosechaba tu vis abuelo, teníamos bodegas llenos de garbanzos, e ingredientes para cocinar. Durante las fiestas en México en el rancho donde se usaba que pues las mujeres prepararan toda la comida, tu bis abuela hacia unos tamales de banderitas, y salían de tricolor porque le poníamos limón raspado y fresa bien picadita. Desde entonces, me ensene desde chiquita en las ollas que hacía de mentiritas de barro con mis hermanas a cocinar.”
¿Qué simboliza la comida para nuestra familia y nuestra comunidad Latina?
“Pues pura fiesta e reunión. Fíjate que tus tíos hasta hoy en día y tus tías cada domingo me vienen a visitar y en vez de comprar pizza o los pollos, prefieren mi comida hecha en casa. Cuando hay comida en la casa, y panza llena, hay felicidad eh. Hay conversación sobre la mesa, y convivencia, y creo que también es así para la comunidad. Por ejemplo, fíjate en cuando les mando comida a tus tíos en un tupper, nunca me lo regresan vasillos, y así es la comida. Se da, y se regresa en forma de platicar, convivir, y felicidad. Es falta de respeto y mala costumbre no regresar el favor de la comida.”
¿En las celebraciones, que tipo de comida se ve más? ¿Qué le toca cocinar a usted?
“Pues depende de la ocasión. Si es fiesta de alguno de tus primos, siempre traigo mi flan con pasas. Si es navidad o durante Las Mañanitas para pagarle respeto a La virgen tú sabes que nos quedamos despiertos toda la noche por demanda, y hacemos cantidad de tamales dulces, rojos, y champurrado. Si es algún cumpleaños, hacemos pozole o mole. Para los domingos, un platillo especial para reunirnos como los chilaquiles, o si tengo más tiempo los chiles rellenos estrellados con queso Cotija. Lo importante es que nunca falte, aunque sea una simple olla de frijoles. Con eso ya se arma la fiesta y llegan tus tíos.”
¿Cómo mujer, que cree que es su posición en preparar la comida? ¿Cree que es un espacio donde usted puede expresar su creatividad o se siente más bien como un lugar de opresión?
“Mira hija, cuando me moví a Tijuana con todos los 11 (se refiere a mis tíos y tías), no tenía más que una cocinita arrinconada en el apartamento que solo era del tamaño como la sala. Era un puro cuarto, y con la estufa que solo tenía dos parrillas, si para que te miento me sentía oprimida. No tenía suficiente dinero para comprarles mucho, y en veces, puras tortillas con crema o mantequilla que en ese entonces valían 5 pesos por un kilo de masa. Sin tu abuelo allí como estaba trabajándole en los files del otro lado (se refiere mi abuela a los estados unidos donde mi abuelo pizcaba de tomates), pues no tenía suficiente a veces para darles a tus tíos y los hice crecer con puras tortillas y frijoles. Cocía una olla de frijoles grande para todos y hacia la hicimos. Ya que nos movimos a la casa de tierra (se refiere a la primera casa en cual vivieron en Los Estados Unidos, en el este de Los Ángeles), pues entonces allí ya tuve una cocina más grande, y tus tío Joaquín el más mayor ya trabajaba, y hacíamos burritos que se ponían a vender en el aeropuerto, De allí, sacaba para hacerles de comer. Ya que encontré trabajo como costurera, llegaba cansada pero me sentía libre porque tenía dinero para cocinar y hacerles más bien su comida propia.”
En ese entonces, le llego la visita a mi abuelita y no tuve más oportunidad de tener su atención completa. Vestida de mandil verde, y con una gran sonrisa al abrirle la puerta a mis tíos y tíos, vi que la comida para ella simplemente es su forma de dar amor. Es la forma en que reunió a mis tíos en los tiempos difíciles cuando vivían en pura pobreza en Tijuana, y todavía continua siendo lo que reúne a las nuevas generaciones de nuestra familia.
Como la señora Vélez que describe Meredith Abarca en su lectura, mi abuela tuvo un espacio (space) y luego su propio lugar (place). Tener su propia cocina en los Estado Unidos, y más bien acceso y fondos para comprar ingredientes para cocinar, tuvo más libertad en la cocina. Aunque si ocupo el “lugar de la mujer” en el aspecto que como en el rancho dijo que con sus siete hermanas y su mama, había una expectativa para tener ya listo la comida para las fiestas y para mi bis abuelo, y veo que estas costumbres se trasladan hasta hoy en la forma que nos sirve. Siempre sirve a mi tío el más mayor y ha cierta hora, porque hacia le enseno mi bis abuela que hay que tenerle el plato listo al hombre mayor. Pero, la cocina también se ha transformado en un su propio espacio. Ella ahora tiene la libertad y el poder de una estufa, una casa, y una gran familia que elije reunir sobre su mesa. Su cocina como espacio significa amor y convivencia, y continúa contribuir a la harmonía de mi familia cada domingo.