By: Angie Orellana Hernandez
Entre lo azul de la Flor Blanca
En el sur de Los Ángeles, escondida entre negocios de belleza y ropa, existe la Flor Blanca.
Si caminan muy rápido por la calle, tal vez no podrás notar que está ahí. Pero la Flor Blanca atrae a la gente con su exterior azul que anuncia — sin muchas otras palabras o descripciones escritas — que este es un restaurante salvadoreño.
El interior es pequeño pero cómodo, con la cocina tomando más espacio que las mesas y sillas. Al entrar, los olores de la cocina te llegan desde la cocina, donde puedes ver a los cocineros haciendo las pupusas en frente de ti. Los clientes — la mayoría era gente Latina (y aquí quiero especificar que era gente Latina con piel oscura, que es algo que mucha gente centroamericana tienen en común) sentados en las mesas. En la esquina del restaurante se escuchaban noticias de Univision, con la voz de Jorge Ramos llenando el espacio.
Yo y mi compañero fuimos para el día de San Valentín y ordenamos pupusas de queso con loroco y de queso con chicharrón y también una horchata. Nos sentamos en una mesa en la esquina, donde el trabajador me llamó “mija” y nos trajo salsa de tomate en un jarro y ensalada de repollo en un frasco.
Cuando recibí las pupusas, estuve gratamente sorprendida por el tamaño porque tenía mucha hambre, y porque la última vez que había comido pupusas era cuando estaba en mi casa, estaba muy emocionada por probarlas. Yo escogí ir a la Flor Blanca porque toda mi vida había escuchado que las pupusas son sinónimos con El Salvador, pero nunca había tratado de explorar esto en Los Ángeles. Esto me provocó ir a la Flor Blanca para poder comer algo que yo sinceramente digo que es comida auténtica — y estuve correcta.
Yo con la salsa y la ensalada puesta arriba, las pupusas estaban listas para comer. Yo probé la de loroco primero, y no estuve decepcionada. El queso hasta se estiraba cuando cortabas entre la tortilla, y el loroco se miraba bien verde. El loroco es un tipo de flor que se puede comer, y es muy popular en países centroamericanos como El Salvador y Guatemala. Pero como a veces es difícil crecer en los EEUU, los restaurantes dependen en cargamentos internacionales, lo que significa que a veces el loroco no está tan fresco.
Pero la pupusa que yo comí, el loroco se sentía fresco y delicioso. El loroco le daba una textura a la pupusa y probaba como una hierba cubierta con sal. Le daba color a la pupusa, como manchitas verdes entre lo blanco y la amarillo. Aunque el queso era el sabor más dominante en la pupusa, el loroco era una buena adición.
La pupusa de chicharrón — que es un tipo de carne de puerco — también era muy deliciosa. A diferencia de la pupusa de queso y de loroco, la pupusa de chicharrón si tenía el queso y el chicharrón revueltas más juntos. El chicharrón estaba pulverizado tan fino que no estorbaba la textura, sino el sabor.
Autenticidad
Antes de ir a la Flor Blanca, yo leí sobre la importancia de la pupusa en El Salvador — que se considera el plato nacional del país y hasta hoy un día para celebrarlo.
La experiencia para mi, siendo de centroamérica, se sentía auténtica. El ambiente me recordaba mucho de cómo se come pupusas en mi casa — usando objetos comunes (frascos, jarros, tazones.) para servir la comida y no utensilios lujosos.
Esto me puso a pensar sobre cómo yo pienso de la autenticidad, que para mi viene mucho de quien lo está cocinado y su conexión con la cultura y la comida. Como escribe Sarah Portnoy, “Taste, of course, is understood to be a marker of good food. Taste preferences, nevertheless, are subjective and are based on current trends and personal favorites.”
Yo ya había tenido preferencias de las pupusas por lo que había cocinado mi mamá. Las expectativas que yo tenía eran altas, considerando que yo comparo cada plato con lo que cocina mi mamá.
Estando dentro del restaurante, yo solo pensaba en cómo esta gente sería percibida por los turistas, como escribe Gustavo Arellano, “Oh, these poor, wretched people. We have to protect them.’ Have you ever talked to those ‘poor, wretched people’? Maybe they don’t want your protection. Maybe they’re perfectly fine.” y Lisa Heldke “According to a prevailing view in modern Western culture, we leave the familiar in order to encounter the unusual, unfamiliar, strange, exotic Other and to reflect on how this particular Other transforms our own identities.”
La autenticidad a veces viene con un precio y con discriminacion. A veces la gente llega a estos lugares con prejuicios o estereotipos de la gente, pero pueden amar a la comida sin respetar a la gente que pone su amor en la comida.
Works Cited
Portnoy, Sarah, “Good Food and the Problematic Search for Authenticity,” https://www.kcet.org/shows/the-migrant-kitchen/good-food-and-the-problematic-search-for-authenticity
“The Fetish of Authenticity,” LA Taco, http://www.lataco.com/the-fetish-of-authenticity-gustavo-arellano-on-the-perils-of-cultural-appropriation/
Heldke, Lisa. “But Is It Authentic: Culinary Travel and the Search for the ‘Genuine Article.’” The Taste Culture Reader, edited by C Korsmeyer, Berg, 2005, pp. 385–94.