La Historia, Comida, y Resistencia de los Vendedores Ambulantes en Los Ángeles

Por Claire Katnik

Fui al vendedor ambulante con Lizzy y Maddie la semana pasada. El vendedor está fuera de Vermont, cerca de Ralphs. Cuando nos acercamos a la mujer, ella era muy simpática y estaba dispuesta a contar su historia. Su nombre es Gloria. Nos contó su experiencia durante la pandemia de COVID-19. Comenzó su negocio en mayo del año pasado y dijo que la gente todavía tenía mucho miedo de salir y comprar comida a los vendedores. Ella dijo que «people have no trust» durante ese tiempo. Nos habló de lo difícil que puede ser a veces ser un vendedor. Ella conoce a mucha gente que ha conseguido sus negocios tomados lejos de ellos. Su historia se relacionó mucho con las lecturas asignadas para esta semana. Por fuerte, a su negocio le ha ido muy bien. Gloria normalmente vende los sábados y domingos en el mismo lugar. ¡Su madre también está en el negocio de vendedores y vende comida en Torrance! 

Ella dijo que su plato principal es el esquite. Una cosa que me pareció interesante fue que le gusta probar cosas nuevas, tiene muchas versiones diferentes de esquite y elote. Una de las versiones tiene cheetos en el elote y el esquite. Probamos el clásico esquite y el hot dog. El esquite es maíz con crema fresca, queso cojita, chile en polvo, y jugo de lima. Fue delicioso y muy rico. Es agrio, dulce y picante al mismo tiempo. El hot dog con tocino también fue muy sabroso. También había cebollas caramelizadas en él. Aunque el hot dog no es una auténtica comida mexicana, Gloria añade una salsa verde mexicana y crema al hot dog, junto con ketchup, mostaza y la salsa de pepinillos. El primer bocado fue increíble. 

Los vendedores ambulantes son una parte importante en la ciudad de Los Ángeles. El papel de los vendedores es servir a una comunidad local. Especialmente en Los Ángeles, hay un gran grupo de vendedores latinos, muchos de los cuales son indocumentados (Bautista 2020). Los vendedores ambulantes traen tradiciones de la comida latina a la ciudad de Los Ángeles. Desafortunadamente, se han enfrentado a muchas dificultades. En el artículo, “Los Angeles Street Vendors Already Had It Tough Then the Pandemic Hit” por Nidia Bautista, ella habla mucho sobre la dura legislación y la pandemia. En Los Ángeles ahora, “…street vendors must obtain a business license, a state seller’s permit, both free of cost, a county health permit that requires food vendors obtain expensive food carts, a street vending permit costing $541 annually and pay commissary (Bautista 2020). Los vendedores ambulantes necesitan mantener a sus familias y durante la pandemia esto parece ser muy difícil de hacer. Tenían que vivir con el temor de que les arrebataran sus negocios. Proteger a los vendedores también es proteger sus vidas, su familia y sus tradiciones culturales.

En “Fruteros: Street Vending, Illegality, and Ethnic Communities in Los Angeles» por Rocío Rosales habla sobre los fruteros y su historia con ellos. Los fruteros son “labor migrants” que no pueden participar en la economía formal. Ellos no son documentados, lo cual puede hacer difícil encontrar un trabajo que paga bueno (Rosales). Ellos participan en una economía informal para ganarse una vida. La economía informal es una opción más probable para los migrantes. Ser frutero es la mejor manera económica de mantener a su familia y su comunidad. 

En clase, Merced Sanchez, un vendedor de Boyle Heights, nos mostró cómo hacer tortillas auténticas. Esta experiencia fue muy especial porque su historia muestra lo importante que es ser vendedor para su familia y la comunidad de Boyle Heights. Merced y todos los demás vendedores utilizan sus propias capacidades naturales de hacer alimentos para obtener beneficios económicos. Están compartiendo su cultura con todos los que les compran. Esto es lo que los legisladores deben darse cuenta sobre los vendedores, esta es una excelente manera para que las personas que son indocumentadas y documentadas ganen buen dinero. Cuando les quitas su negocio, les estás quitando una parte de ellos y su cultura.

Works Cited: 

Bautista, Nidia. “Los Angeles Street Vendors Already Had It Tough. Then the Pandemic Hit.” Food & Wine, https://www.foodandwine.com/news/la-street-vendors-on-the-toll-of-the-pandemic.&nbsp

Rosales, Rocío. Fruteros: Street Vending, Illegality, and Ethnic Communities in Los Angeles.

Entre lo azul de la Flora Blanca y la autenticidad

By: Angie Orellana Hernandez

Entre lo azul de la Flor Blanca 

En el sur de Los Ángeles, escondida entre negocios de belleza y ropa, existe la Flor Blanca. 

Si caminan muy rápido por la calle, tal vez no podrás notar que está ahí. Pero la Flor Blanca atrae a la gente con su exterior azul que anuncia — sin muchas otras palabras o descripciones escritas — que este es un restaurante salvadoreño.

El interior es pequeño pero cómodo, con la cocina tomando más espacio que las mesas y sillas. Al entrar, los olores de la cocina te llegan desde la cocina, donde puedes ver a los cocineros haciendo las pupusas en frente de ti. Los clientes — la mayoría era gente Latina (y aquí quiero especificar que era gente Latina con piel oscura, que es algo que mucha gente centroamericana tienen en común) sentados en las mesas. En la esquina del restaurante se escuchaban noticias de Univision, con la voz de Jorge Ramos llenando el espacio.

Yo y mi compañero fuimos para el día de San Valentín y ordenamos pupusas de queso con loroco y de queso con chicharrón y también una horchata. Nos sentamos en una mesa en la esquina, donde el trabajador me llamó “mija” y nos trajo salsa de tomate en un jarro y ensalada de repollo en un frasco. 

Cuando recibí las pupusas, estuve gratamente sorprendida por el tamaño porque tenía mucha hambre, y porque la última vez que había comido pupusas era cuando estaba en mi casa, estaba muy emocionada por probarlas. Yo escogí ir a la Flor Blanca porque toda mi vida había escuchado que las pupusas son sinónimos con El Salvador, pero nunca había tratado de explorar esto en Los Ángeles. Esto me provocó ir a la Flor Blanca para poder comer algo que yo sinceramente digo que es comida auténtica — y estuve correcta. 

Yo con la salsa y la ensalada puesta arriba, las pupusas estaban listas para comer. Yo probé la de loroco primero, y no estuve decepcionada. El queso hasta se estiraba cuando cortabas entre la tortilla, y el loroco se miraba bien verde. El loroco es un tipo de flor que se puede comer, y es muy popular en países centroamericanos como El Salvador y Guatemala. Pero como a veces es difícil crecer en los EEUU, los restaurantes dependen en cargamentos internacionales, lo que significa que a veces el loroco no está tan fresco.

Pero la pupusa que yo comí, el loroco se sentía fresco y delicioso. El loroco le daba una textura a la pupusa y probaba como una hierba cubierta con sal. Le daba color a la pupusa, como manchitas verdes entre lo blanco y la amarillo. Aunque el queso era el sabor más dominante en la pupusa, el loroco era una buena adición. 

La pupusa de chicharrón — que es un tipo de carne de puerco — también era muy deliciosa. A diferencia de la pupusa de queso y de loroco, la pupusa de chicharrón si tenía el queso y el chicharrón revueltas más juntos. El chicharrón estaba pulverizado tan fino que no estorbaba la textura, sino el sabor.

Autenticidad

Antes de ir a la Flor Blanca, yo leí sobre la importancia de la pupusa en El Salvador — que se considera el plato nacional del país y hasta hoy un día para celebrarlo. 

La experiencia para mi, siendo de centroamérica, se sentía auténtica. El ambiente me recordaba mucho de cómo se come pupusas en mi casa — usando objetos comunes (frascos, jarros, tazones.) para servir la comida y no utensilios lujosos.

Esto me puso a pensar sobre cómo yo pienso de la autenticidad, que para mi viene mucho de quien lo está cocinado y su conexión con la cultura y la comida. Como escribe Sarah Portnoy, “Taste, of course, is understood to be a marker of good food. Taste preferences, nevertheless, are subjective and are based on current trends and personal favorites.”

Yo ya había tenido preferencias de las pupusas por lo que había cocinado mi mamá. Las expectativas que yo tenía eran altas, considerando que yo comparo cada plato con lo que cocina mi mamá. 

Estando dentro del restaurante, yo solo pensaba en cómo esta gente sería percibida por los turistas, como escribe Gustavo Arellano, “Oh, these poor, wretched people. We have to protect them.’ Have you ever talked to those ‘poor, wretched people’? Maybe they don’t want your protection. Maybe they’re perfectly fine.” y Lisa Heldke “According to a prevailing view in modern Western culture, we leave the familiar in order to encounter the unusual, unfamiliar, strange, exotic Other and to reflect on how this particular Other transforms our own identities.”

La autenticidad a veces viene con un precio y con discriminacion. A veces la gente llega a estos lugares con prejuicios o estereotipos de la gente, pero pueden amar a la comida sin respetar a la gente que pone su amor en la comida. 

Works Cited

Portnoy, Sarah, “Good Food and the Problematic Search for Authenticity,” https://www.kcet.org/shows/the-migrant-kitchen/good-food-and-the-problematic-search-for-authenticity

“The Fetish of Authenticity,” LA Taco, http://www.lataco.com/the-fetish-of-authenticity-gustavo-arellano-on-the-perils-of-cultural-appropriation/

Heldke, Lisa. “But Is It Authentic: Culinary Travel and the Search for the ‘Genuine Article.’” The Taste Culture Reader, edited by C Korsmeyer, Berg, 2005, pp. 385–94.

De Wisconsin a El Salvador: Cultura, autenticidad, e identidad

Por Molly Solem

Yo crecí en Chicago, pero toda mi familia es de Wisconsin. Por eso, aunque me encanta la comida de Chicago (pizza de plato hondo es una de mis comidas favoritas), crecí comiendo comida popular de la lechería de nuestro país: bratwurst, cuajada de queso, Kringle, y pescado frito los viernes. En mi opinión, se puede considerar el bratwurst como el tamal de Wisconsin. Los dos no se parecen visualmente, pero tienen mucho en común. El puerco del bratwurst es similar a la carne adentro del tamal, mientras el pan del bratwurst es similar a la masa del tamal.  También, los dos son alimentos reconfortantes y se puede comerlos en cualquier ocasión. El gusto y el olor del bratwurst me recuerda de noches en mi casa comiendo con mi familia, días en la feria estatal, y tardes mirando partidos de los Green Bay Packers o los Milwaukee Brewers.

Bratwurst de Wisconsin. Imagen de Clark.

El bratwurst viene originalmente de Alemania. Como 43% de los residentes de Wisconsin tienen ascendencia alemana (Curd), siempre ha sido una gran parte de la cultura de comida en Wisconsin. Es un buen ejemplo de la influencia internacional en la comida diaria de muchos americanos – el bratwurst nos recuerda de los contribuciones de inmigrantes alemanas desde el principio del siglo XIX hasta hoy (Curd).

En su libro, Heldke dice “The culinary traveler will taste the dish differently from the diner who has grown up eating it” (Heldke). Es decir, el sabor es algo que cambia basado en la identidad y las experiencias de la persona comiendo. Para mi, el bratwurst es algo muy cómodo y familiar, pues sabe a casa. Pero para alguien que nunca ha comido bratwurst tradicional o que nunca ha visitado a un restaurante alemán en Wisconsin, es posible que el bratwurst sepa desagradable. Por lo menos, sería una experiencia nueva. Recientemente, yo tuve una experiencia nueva con la comida – pero fue con las pupusas.

Yo comí unas pupusas del restaurante salvadoreño La Flor Blanca en Los Ángeles. Debido a COVID, no pude comer en el restaurante pues traje la comida a mi casa. Fue una pena, porque el restaurante es muy encantador, con sillas azules y un ambiente acogedor. Pero aún así, los empleados fueron muy amables y fue una oportunidad para practicar mi español. Aunque la apariencia de la comida no fue nada especial (las pupusas vinieron en cajas desechables y la salsa vino en una bolsa de plástico), la comida fue aromático y apetitoso. Mis amigas y yo compartimos pupusas de chicharrón, pollo, y frijol, pero mi favorita fue la pupusa de loroco. El loroco es una planta con flores comestibles que crece en El Salvador, y es una opción popular para rellenar las pupusas (WorldCrops). Hizo la pupusa un poco más ácida que las otras, pero fue balanceado por la grasa en la que se cocinó. Para todas las pupusas, la dulzura y textura suave de la masa combinado con la salsa crujiente y picante creó una combinación perfecta.

Loroco. Imagen de WorldCrops.

Muchas personas consideran la comida de La Flor Blanca como algo muy auténtico – y deseable—porque las pupusas están hechas en una manera muy tradicional de El Salvador. Como dice Heldke, “we desire encounters with truly authentic Others, not mediated hybridized Others who are already influenced by the likes of us” (Heldke). Quiere decir que a mucha gente le gusta probar comida “extranjera” – que ha sido influenciado por la cultura estadounidense lo menos posible—como las pupusas de La Flor Blanca.

Yo creo que esta actitud no necesariamente es algo mal. Aunque es difícil encontrar comida sin influencias globales – “There is no such thing as a cuisine untouched by ‘outside influences’,” (Heldke)—el deseo de probar comida desconocida demuestra un deseo de aprender de la cultura de esa comida. Como dice Peña, “Todo lo que tuvo que suceder para que ese plato -cargado de historia- llegara a tu mesa, es para mí el valor más importante” (Peña). La comida es una oportunidad para que alguien comparta su cultura, su historia, y sus tradiciones con alguien nuevo. La persona cocinando la comida y la persona comiéndola pueden tener experiencias culinarias completamente diferentes debido a sus vidas diferentes hasta este momento. Aún así, las dos personas están compartiendo un momento especial de apreciación.

Fuentes

Clark, Debra. “Lambeau Leap Beer Brats.” Lambeau Leap Beer Brat Recipe, 27 Aug. 2020, bowl-me-over.com/lambeau-leap-beer-brats/.

Curd, Dan. “Wisconsin’s History of Brats, Beer and Beyond.” Channel3000.Com, 23 Dec. 2019, http://www.channel3000.com/wisconsins-history-of-brats-beer-and-beyond/.

Heldke, Lisa. But Is It Authentic? Culinary Travel and the Search for the «Genuine Article». Berg Publishers.

Peña, Israel de J. “¿La Autenticidad Está Sobrevalorada En La Comida?” BRIKI MAG, brikimagazine.com/2020/03/28/que-significa-lo-autentico-cuando-hablamos-de-comida/.

WorldCrops. “Loroco.” WorldCrops for Northern United States, worldcrops.org/crops/loroco.

¡Que ricas las pupusas! Una exploración de autenticidad y identidad por Lilah Mehri

He vivido en dos lugares que son discutibles como las ciudades más internacionales en los Estados Unidos: Washington DC y Los Ángeles. Crecer en nuestra capital fue una experiencia intrínsecamente multicultural, y mi propia casa no fue una excepción. Mi madre es de Carolina del Sur y mientras se mudó de allí cuando ella tenía dieciocho años, la mantequilla, el quimbombó frito, y la col berza goteando en la grasa todavía corren en nuestras venas.  Mi padre, al otro lado, es Iraní. Sus padres vinieron a los EE UU hace muchas décadas de Irán. Mientras él y sus hermanos son bien americanizados, los sabores de zumaque y abesón, pistacho y granada, también todavía existen en nuestras dietas.  Mi madre nunca ha disfrutado mucho de cocinar pero la mujer que crió a mi hermano y yo al lado de mi madre, una mujer hondureña, María, es una cocinera increíble y apasionada. María ha introducido un montón de platos en mi vida de su cultura hondureña pero también de otros países de la región centroamericana. Por ejemplo, con María he cocinado tostones, plátanos dulces, tamales, pupusas, y mucho más. Un recuerdo bien distinto con María es cuando estábamos en su pueblo en Honduras, Sartenejas, para la boda de su hija Lilian.  Para alimentar a todos los invitados, María y su familia sacrificaron un toro un día antes de la celebración.  Prepararon cada parte de ese toro para alimentar a toda la gente. Ella también tiene una plantación en su país natal para cultivar café, y tenía la oportunidad de visitarla con ella.  Ahora, tengo una influencia culinaria nueva en mi vida: mi madrastra nepalí.  Ella, como María, es una cocinera talentosa. Con su conocimiento vasto de especias y hierbas, siempre hay una creación exquisita para la cena. 

Por causa de tener esta gran mezcla de influencias culinarias en ambos mi casa y ciudad, siempre he sido una comensal y cocinera aventurera.  Por causa de mi espiritualidad soy vegetariana, pero eso no limita a mi deseo para siempre explorar nuevos platos.  Hoy en día, por causa de la globalización, es difícil descifrar lo que es original de lo que es auténtico.  Pero, quiero proponer la pregunta, ¿es necesario descifrar lo que es auténtico? La cultura y la comida siempre se están transformando, siempre están en flujo con nuevas influencias y también interpretaciones de lo tradicional. Por eso, un lugar como Los Ángeles sirve como la síntesis de este proceso y uno tiene que explorarla con la mente abierta y el conocimiento de que “authenticity is not a quality inherent to food: it is one that is socially and personally constructed” (Portnoy).  Con este sentimiento en mente, y la conciencia de mi propia mirada blanca, quiero explorar más el concepto del sabor.  En su capítulo, “But is it Authentic?” Lisa Heldke destaca el riesgo que algunas personas sienten cuando están probando un plato o sabor nuevo de otra cultura. Heldke discute el poder que obtienen los sabores para influenciar nuestras identidades, y cuando tenemos miedo sobre probar un sabor, es por causa de nuestras inseguridades sobre la identidad (Heldke).  Pero creo que los sabores no tienen que ser una amenaza, pueden ser una manera en que expandimos nuestra conciencia.

Para honrar esta expansión en mi propia experiencia por causa de tener personas como María en mi vida, voy a probar una pupuseria local, La Flor Blanca. La pupusa es el plato nacional de Honduras y El Salvador y por eso, uno puede considerarla como un plato bien auténtico. Mientras este restaurante es específicamente Salvadoreño, todavía es un restaurante angelino. En su sitio web asegura que es “lo mejor de comida salvadoreña en todo Los Ángeles.” Un toldo azul que da la bienvenida, asientos como una cafetería clásica que también tiene ese azul salvadoreño, y un mural del paisaje; el exterior y interior del restaurante pequeño situado en la plaza comercial cruzando la calle de mi casa es tan vibrante y tan azul como la bandera salvadoreña. Para compartir con mis compañeros de hogar, pide tres tipos de pupusas: con frijol, con queso y frijol, y con queso y calabaza.  Como estaba anticipando, las pupusas fueron gruesas pero no pesadas, con un centro ambos satisfactorio pero que no domina la experiencia. Pude notar el sabor de la masa de maíz en la capa exterior y la combinación del calor y grasa para hacerlo bien crujiente.  Estas pupusas estaban deliciosas, con mucho queso y rellenos jugosos que se escapaban los bordes de la masa en cada bocada. Era muy interesante comparar los sabores en los tres tipos; la de frijol era congruente, la de frijol y queso era la más satisfactoria, y la de calabaza y queso nos ofreció una combinación inesperada. Era evidente que las tres hermanas de mesoamérica existían en una pupusa. Mi parte favorita de mi experiencia en La Flor Blanca fue como los condimentos, la ensalada de repollo y las salsas, vinieron en bolsos en lugar de un contenedor.  Nunca he comido pupusas así y estoy segura de que regresaré a La Flor Blanca para comer más. 

El exterior vibrante de La Flor Blanca. Foto ℅ The Daily Trojan.  

Fuentes 

Heldke , Lisa. “But Is It Authentic? Culinary Travel and the Search for the ‘Genuine Article.’” The Taste Culture Reader: Experiencing Food and Drink, edited by Carolyn Korsmeyer, Bloomsbury Academic, an Imprint of Bloomsbury Publishing PIc, 2017, pp. 385–394. 

Portnoy, Sarah. Good Food and the Problematic Search for Authenticity. 6 Nov. 2017, http://www.kcet.org/shows/the-migrant-kitchen/good-food-and-the-problematic-search-for-authenticity. 

La globalización de la comida: una fusión genuina vs. un fenómeno "trendy"

Por Danielle Collins

Un lugar que me interesa es una panadería en que comimos para nuestro proyecto. Pan Victoria que es una panadería guatemalteca cerca de campus en la calle Washington. El letrero para el edificio dice que es una “Panadería Guatemalteca,” y cuando entras hay una pared con un letrero que dice “El Mejor de Guate” con fotos de Guatemala y LA. Esa pared representa la globalización de la comida porque el restaurante quiere representar los dos lados de su identidad: de Guatemala y de Los Ángeles.

La comida también representa la globalización. El menú tiene una sección que se llama “tradicionales” con platos tradicionales de Guatemala. También hay una sección para pupusas, que son una comida salvadoreña pero porque Guatemala y El Salvador son vecinos había una fusión de la comida. Anderson habla de la confusión de comida entre “spatial borders” (188), y las pupusas de Guatemala y El Salvador puede representar este fenómeno: ¿Cuáles son las pupusas “tradicionales”? No podemos decir. Aquí en LA las pupusas son populares también, así es posible que la fusión ocurrió aquí, que sería una influencia más local en vez de global. Por un ejemplo de la fusión de comida guatemalteca y americana, puedes probar un shuco, que es una versión guatemalteca de un hot dog. Además Pan Victoria, tiene fusiones entre comida latina y asiática. Por ejemplo, tiene su propia versión de chow mein, que es una influencia global que también tiene una presencia local con la gran cultura de comida asiática en LA. 

Pienso que no he perdido la autenticidad porque Pan Victoria no es un ejemplo de un restaurante que cambió su comida para complacer clientes americanos. Más bien, Pan Victoria tiene un menú que refleja la fusión de comida de muchas culturas. Creo que realmente es fusión porque Pan Victoria versiones de comida americana y asiática con una influencia guatemalteca, como el shuco y el chow mein. No es solo incluyendo un hot dog en el menú: es una combinación de ideas y ingredientes de ambas culturas. También se mantiene el “flavor principle” (Anderson 190) de Guatemala con especias e ingredientes guatemaltecas en todo su comida, incluyendo comida de otros países y culturas. 

Nuestra presentación fue sobre los panes y pasteles, y en Pan Victoria ellos también representa la globalización. Hay panes y pasteles específicamente de Guatemala, pero también conchas, muffins, galletas de M&Ms, tartas, y más. Es menos una fusión porque cada cosa es de un lugar diferente, así refleja más la globalización de los pasteles que una fusión.

Para mi, Grand Central Market es un ejemplo interesante de la globalización porque representa la comida global por la influencia de personas locales. GCM hoy en día tiene comida de muchos lugares internacionales, pero pienso que esos restaurantes no están allí para personas de esos lugares. Más bien, están allí para atraer a gente más “hipster” de LA. Por el otro lado, cuando GCM empezó tenía comida latina para servir la comunidad latina. Todavía hay lugares tradicionales en GCM, como Sarita’s Pupusería. Ella nos dijo que ha estado en GCM desde muchos años y ha visto los cambios. Sarita creó su restaurante para que la comunidad salvadoreña tiene un lugar para comer comida salvadoreña. Y todavía está haciendo comida tradicional de El Salvador, ahora para personas salvadoreñas y de otras culturas que quieren probar pupusas y más. 

A partir de Sarita’s, muchos restaurantes en GCM sirven una demográfica más cosmopolita, con precios altos y comida “trendy” como el puesto de “gourmet PB&J.” Refleja la gentrificación de LA porque en el pasado, GCM sirvió la comunidad latina que vivía cerca, pero hoy en día la comunidad ha cambiado. Es similar a la gentrificación de “global street food” que describe Pilcher/Portnoy porque GCM trata de tener un ambiente casual, pero tiene precios altos. Pilcher/Portnoy escriben que “the pursuit of exoticism and authenticity among ethnic and working-class foods has not democratized gourmet culture; instead, elites have begun to use culinary tourism as means to acquire expert knowledge and social distinction” (3). He dicho que GCM es un ejemplo del turismo cultural, y también puede ser un ejemplo del exorcismo porque crea un lugar donde comidas de muchas culturas existen juntos, así personas pueden probar muchos sin aprendiendo nada sobre cada cultura. Solo es para probar algo nuevo y “exotico.” Por eso, GCM es un ejemplo diferente de Kogi porque Kogi es un ejemplo de la fusión de comidas diferentes en un solo lugar, aunque muchos puestos de GCM venden comida de lugares diferentes, y la “fusión” viene de el lugar conjunto. Por eso, pienso que la globalización no tiene que ver con el cambio de la comida específica, pero con el cambio de GCM en conjunto. Es posible que Sarita’s ha quedado porque sirve comida más única porque aunque ahora pupusas son populares en LA, no son tan comunes como tacos o tamales. Pero los otros puestos han cambiado para vender comida italiana, asiática, americana, y más.  

La pregunta de si GCM representa “what Los Angeles tastes like” es difícil porque LA sí tiene una mezcla de culturas latinas, asiáticas, americanas, y más, y GCM tiene comida de todas esas culturas. Pero, pienso que aunque GCM tiene muchos sabores de LA, pienso que no es una buena representación de las culturas de LA porque, para mi, los lugares no son muy genuinos a sus culturas. Más bien, para mi GCM es una representación de la cultura “hipster” or “trendy” de LA, que todavía sí es parte de la cultura. Pero, a cultura “trendy” solo es un parte de LA, así no representa la mezcla de todas las culturas. James habla sobre algo similar cuando habla de “creolized food” y dice que “this rejects authenticity and through exploiting the heterogeneity of food is gradually giving shape to a new homogeneity” (382). Ella está hablando de comida de una cultura, pero aunque GCM tiene comida de muchas culturas todavía crea “a new homogeneity” porque combina todas las culturas para hacer una cultura nueva que es solo “trendy.”

GCM es un lugar muy bueno para turistas y tiene comida buena, pero es más como el turismo cultural que una experiencia genuina de la cultura. Por el otro lado, quiero decir que estas declaraciones son generalizaciones, porque todavía hay lugares genuinos como Sarita’s, así estoy hablando de GCM en general, no todos los puestos. La globalización se manifesta en muchas formas, y lugares como Pan Victoria representa la fusión global, aunque lugares como GCM representa la globalización como un fenómeno «trendy.»

WORKS CITED:

“Foods and Borders» by E. N. Anderson
«Identity and the Global Stew» by Allison James
«Roy Choi, Ricardo Zárate, and Pacific Fusion Cuisine in Los Angeles» by Sarah Portnoy and Jeffrey Pilcher

¿Fusión or No Fusión? Esa es la Pregunta… – Angelina Girgis

X’tiosu Kitchen, un restaurante que sirve comida fusión, representa una mezcla de las culturas libanesa y oaxacana. Los cocineros brillantes de X’tiosu Kitchen combinan elementos icónicos de ambas cocinas: el pan de pita, chicken shawarma, y arroz en combinación con hummus de frijoles negros y mole rojo hace un plato con sabores muy únicos. Este fusión de comida se representa la globalización de Los Ángeles y las varias comunidades inmigrantes que viven en esta ciudad. Hay muchas comidas y culturas que regularmente usaban los ingredientes de otras culturas todo el tiempo y nosotros no darnos cuenta. Según de Bill Esparza, “Los Angeles has its own cuisine that is defined by the people that come here…They use the foods of their childhood with new ingredients…By doing that they’re contributing to the economy and the dynamic experiences that we have in Los Angeles. Our economy has always been an immigration economy. It’s globalization–it’s designed to work like that. The people that are coming here are going to be the new leaders of cuisine, not just in L.A., but across the US.”

Según de Portnoy y Pilcher, el proceso de la globalización que incluye la migración y el comercio involucran un intercambio de culturas y personas de lugares y fronteras diferentes. Por ejemplo, “the culinary transformations of the ‘Columbian exchange,’ which spread through the Atlantic world after 1492” incluye la participación de las personas y culturas de las Américas, Europa, Africa, y Asia (2). “Colonial trade in food stuffs between Latin America and Asia was generally mediated by European merchants…Prolific and nutritious Latin American staples such as maize, sweet potatoes, cassava, and peanuts contributed to early-modern population growth in Asia, while chile peppers, tropical fruits, and other American condiments also became indispensable in the cuisines of India, Southeast Asia, and parts of China” (5). El proceso de globalización que empezó con Cristóbal Colón refleja que ningún región o país en el mundo tiene su “propios” ingredientes o platos porque todo el mundo ha influido mutuamente.

Ejemplos del proceso de “constant influence and borrowing” que Anderson describe en Foods and Borders incluye las influencias entre los Estados Unidos y México, y las entre Francia y la Alemania. Aunque estos países “have not fused their cuisines…there is constant influence and borrowing—perhaps especially in areas that have changed hands, such as the U.S.-Mexico borderland, regions with fluid boundaries, frequent conquests, and constant trade, such as the Arab world, are particularly hard to bound” (186). En cuanto a la cuestión de la autenticidad, quizás se pueda decir que no hay comida mexicana ni comida libanesa “auténtica” porque su definición ha cambiado a lo largo de los siglos con los cambios de las fronteras y la migración entre los dos países.

Anderson explique cómo el comercio exterior influye la cocina nacional con el concepto de “world systems” que es “a collection of polities that trade and interact enough to form a single network. There is a core—the rich cluster of polities that dominate trade—and a periphery, consisting of the various areas that are economically deprived or marginalized; often they are dependent or politically weak.” Sin embargo, “core and periphery regularly change places” y entonces, para Anderson, la comida es algo que definitivamente cambia a causa de los cambios de poder de un país o región a otro: las relaciones entre dos países o dos regiones siempre están fluidos.

Por supuesto, la comida de X’tiosu Kitchen refleja las influencias de globalización. Creo que hicieron algo innovadora con su estilo de cocina por mezclando ingredientes de dos culturas muy diferentes. Cuando le pregunté al cocinero si el dueño del restaurante era libanés, respondió: «No. Trabajábamos en un restaurante libanés e hicimos una mezcla de los dos.” Como resultado, hicieron una comida fusión. En mis ojos, comida fusión es una combinación de cocinas de dos países o culturas diferentes que inicialmente parecen que no están relacionados. Pero, después de analizarlo, casi cualquier comida puede ser considerado como comida fusión.   

El GCM es una reflexión de la globalización de comida en Los Ángeles también. Según de Portnoy en su libro Food, Health, and Culture in Latino Los Angeles, “As the demographics of downtown became heavily Latino by the 1960s and 1970s, stalls opened in the market selling a variety of moles, dried chilies, medicinal herbs, and Mexican traditional candies…One of the older “legacy” stalls where Latinos have shopped for decades is Chiles Secos. They opened in 1975…Since 2013, the market has undergone a major transformation and ensuing gentrification. In a very short time, the market has become a crowded, foodie mecca as new, artisanal vendors…moved in.” Aunque el objetivo de Shuldiner, un director de Grand Central Market, era mantener la autenticidad de los puestos más antiguos y al mismo tiempo incorporar nuevos para atraer la atención de una base de clientes más amplia, “The owner of Chiles Secos…told me that she has not benefited from the changes to the market. She said that now fewer Latinos come to shop…” Es muy fácil para distinguir entre los puestos viejos y los nuevos. Por ejemplo, los clientes de puestos como Chiles Secos y Tacos Tumbras a Tomas son por la mayoridad latinos (los “legacy tenants”), mientras los clientes de puestos como La Tostadería y Sarita’s Pupuseria son una mezcla de anglos, asianos, y latinos.

Ahora, más que nunca, somos ciudadanos de un mundo globalizado. Como podemos ver, la comida no es solo algo para satisfacer nuestro apetito, sino una herramienta por la cual podemos ver las complejidades de nuestro mundo. Los sabores que probamos (y tal vez damos por sentado) son productos de cientos de años de comercio, de varios cambios políticos y económicos, de migración, de cultura. La comida siempre tiene una historia que contar, nos demos cuenta o no.

Referencias

Anderson, E. (2014). Everyone Eats: Understanding Food and Culture, Second Edition. New York University Press.

Portnoy, S. (2017). Food, Health, and Culture in Latino Los Angeles. Rowman & Littlefield.

Portnoy, S., & Pilcher, J. Roy Choi, Ricardo Zárate, and Pacific Fusion Cuisine in Los Angeles.

Tartas y tamales: comida, identidad, y fronteras

Por Danielle Collins

Nació en Raleigh, North Carolina, pero crecía mayormente en los suburbios de Chicago, Illinois. Mi familia es cristiana, pero casi nunca vamos a la iglesia, así es algo más espiritual, y yo no soy religiosa. De verdad, mi familia no tiene raíces fuertes en ninguna cultura. Mis padres son del sur de los EEUU, pero nosotros nunca vivían allá. 

La única cosa en que puedo pensar es la tarta de calabaza de mi abuela. No es un plato principal sino que un postre. Tampoco comemos frecuentemente— es más para ocasiones especiales como el Día de Gracias, cumpleaños, navidad, etcétera. Otra diferencia de nuestra tarta de calabaza es que no es necesariamente “nuestra.” Mi abuela sí tiene una receta muy rica, pero solo ella la hace. Cuando mi familia inmediata la comemos, muchas veces no la hacemos, más bien la compramos del supermercado. No es lo mismo de preparar la receta de mi abuela, pero tiene que ver más con el sentimiento de comer la torta que la acción de hacerla.

Fui a una panadería cerca de USC que se llama Celaya Bakery. Identifica como “especialistas en Pan Mexicano y Salvadoreño,” de acuerdo con el letrero en la puerta. Porque representa los dos países, no pienso que representa una región específica de México. Pienso que es interesante que representa los dos países, porque junta a la gente y muestra que las fronteras de la comida no son tan fuertes que las fronteras de los países. También, combina comida mexicana y salvadoreña con las tendencias de comida popular en los EEUU y LA, así es una mezcla de tres fronteras diferentes.

Aunque sí es una panadería, ellos también venden comida caliente como tamales, burritos, tostadas, taquitos, y más. Probé un tamal de queso que era nada especial pero bastante bueno. Lo interesante es que sí venden panes y pasteles que probablemente son salvadoreños, no venden comida caliente salvadoreña como pupusas. La comida caliente es más mexicana, y todavía más mexicana-americana.

Pienso que representa la “core” de la comida que es popular en los EEUU, porque son las comidas mexicanas más populares aquí. Pero, la empresa es una panadería, no una restaurante, así los panes representa más el “periphery” de comidas más únicas y menos conocidas. Como he dicho, no me gusta la palabra “auténtica,” así voy a usar las palabras “performativa” y “genuina” otra vez. Pienso que Celaya Bakery es muy genuino, pero tiene aspectos performativos como arte en las paredes. También pienso que la comida caliente es menos genuino porque no es el propósito de la panadería: es algo extra para los clientes, así tampoco pienso que es performativo porque completa su propósito. 

Mercado Olympic: Piñatas, Pupusas, y Puestos de Cualquier Otra Cosa

Por Danielle Collins

Cuando llegas a Calle Olympic, te sorprende el tamaño del mercado. Pensabas que sería algo pequeño, pero manejas por unos minutos desde un lado al otro para encontrar un estacionamiento. Desde el coche, los colores del calle se nublan. Cuando empiezas a caminar, puedes distinguir los colores claramente. Vienen de los puestos vendiendo cualquier cosa, desde juguetes a ropa de marca, intercalado con puestos de comida. Es ruidoso, es atestado, es emocionante. 

Aprecias toda la gente porque puedes caminar lentamente, y observar todos los puestos. Hay muchos puestos para niños, con juguetes, piñatas, y mucha mercancía Disney (Elsa y Elena de Avalor están por todas partes). Tiene sentido que hay muchas familias con niños caminando también, los niños bebiendo zumo o comiendo nieva. Pero hay puestos para los adultos también. Unos venden ropa de marca como Nike, otros venden joyas, y otros venden cosas cotidianos como jabón y papel de cocina. Piensas que el mercado es un lugar perfecto para comprar regalos para cualquier persona— hay algo para todos. 

Decides caminar hasta el fin de calle para ver todos los puestos antes de decidir donde quieres comer. Todos los vendedores están gritando, tratando de atraer la atención de los compradores. Gritan “¡Pasale!” o los objetos o la comida que venden. Hay un puesto con un megáfono, y puedes oír la voz de la vendedora cuando ya no la puedes ver. Solo oyes español. Muchos de los puestos de comida venden cosas similares: tacos, taquitos, pupusas, quesadillas, guacamole. Hay unos puestos con trompos para tacos al pastor. Muchos tienen zumos y horchata también, y hay algunos que venden churros o nieva que son muy populares con los niños. Algunos tienen espacio con mesas enfrente del puesto así puedes sentar, y en otros no hay espacio así puedes comprar tu comida y continuar caminando.

Cuando llegas al fin de calle, estás abrumado con todas las opciones. Pero necesitas hacer una decisión y comprar algún tipo de comida. Recuerdas la vendedora simpática quien le dijiste que ibas a regresar. Y regresas. Ella sonríe cuando paras en frente de su puesto, y dice, “Ah, las chicas bonitas!” Sonríes en turno. Ella te pregunta que quieres, y cuando dudas repite la pregunta en inglés. Así haces una decisión y respondes en español, pidiendo una pupusa de frijoles y queso. Ella ríe, y dice que se hace las cosas más fáciles que hablas español. 

Ella empieza a hacer las pupusas. Toma la masa y amasa en un círculo. Añade frijoles y queso, pone más masa encima, y amasa otra vez para cerrar la forma. Las pone en la plancha, y oyes el chisporroteo de la masa crudo con el aceite. El humo te hace llorar los ojos, pero el olor se te hace agua la boca. Ella da la vuelta las pupusas unas veces, mientras que ustedes charlan. Ella es muy agradable, pero estás impaciente para comer. Por suerte, aunque la comida es hecho a pedido, todavía es muy rápido. Recibes tu pupusa en un plato de papel, y sientes el calor en tu mano. Añades un poquito de curtido (ellos tienen muchísimas opciones de otras salsas) y la pones al lado. Pagas la cuenta— es $3 para la pupusa, que piensas es normal y razonable. No has comido nada esta mañana y ahora tienes mucha hambre.

Te sientas en una mesa, lista para comer. Las mesas son limpias, con manteles con un estampado de flores. Sabes que las pupusas son una comida salvadoreña, y las has probado unas veces en el pasado, quizás por una lonchera en el mercado de agricultores de USC o por el puesto en Grand Central Market. Te gustan las pupusas porque siempre hay opciones vegetarianas. Cuando tomas el primer bocado, sólo es la masa frita. La textura es buenísima: a la vez esponjoso y denso. Es claro que es hecho a pedido. El gusto es bueno también, pero necesita la salsa para el sabor perfecto. Una sola pupusa es muy sustanciosa: quieres probar más pero sólo puedes comer uno. Durante el tiempo que comes, muchas camareras te preguntan si estás bien or si necesitas algo.

Cuando regresas a casas, haces una investigación para aprender más sobre pupusas. Aprendes que sí son salvadoreñas, y que la nombre “pupusa” es de una palabra Pipil que significa “tortilla relleno.” Originalmente, todas las pupusas estaban vegetarianas, pero en el siglo 16 empezaron a añadir carne. Pupusas eran una comida local hasta los años 1960, y en 2005 se convirtieron en la comida nacional de El Salvador. En los Estados Unidos, pupusas ganaron popularidad después de inmigración grande desde El Salvador a los EEUU. Es estimado que 1 millón salvadoreños emigraron a los EEUU durante y después de la guerra civil en los años 1979 a 1992 (Portnoy, Food, Health, and Culture in Latino Los Angeles). Todavía no eres una experta, pero entiendes mucho más sobre la historia de las pupusas. Y todavía te apetecen muchísimo. Estás emocionada para probar más pupusas ahora que tengas más conocimiento, y quieres volver al Mercado Olympic para comer e ir de compras. 

Pupusas en La Flor Blanca

Por Arianna Proul

La pupusa es una comida tradicional de El Salvador, un país centroamericano. Usualmente, está acompañada con curtido y salsa. Dependiendo en cual ciudad en El Salvador, hay variedades de pupusas con vegetales o carne o comida específica a la región. Cuando buscas la Flor Blanca y la página de Yelp sube, la segunda crítica empieza, “*Cash only. As authentic as it gets”. Estaba bien curiosa caminando en Jefferson y leyendo Yelp para llegar a la Flor Blanca. Antes de este día nunca he probado comida de El Salvador, y honestamente no sabía que era una pupusa. Caminé con mi amiga y ella me preguntó la diferencia entre diferentes tipos de comida hispana. Yo respondí que solamente conozco comida de Tijuana donde mi familia vive, pero además que este no sé nada de la comida de otros países hispanos y sus especialidades, como pupusas.

La plaza de La Flor Blanca

Llegamos a la plaza donde está situado y no es lo mas bello, ubicado al lado de una lavandería y restaurante de comida india. Fui a las once de la mañana y no habían muchos carros estacionados, pero cuando entramos al restaurante, estaba lleno de personas. Había muchas personas que parecen hispanas, cual mi mama siempre me dijo que es una indicación que un lugar es auténtico. Decidí que necesitaba ordenar un plato tradicional, la pupusa. Ordené una pupusa revuelta de maíz, que estaba llenado con frijoles, queso y carne. Antes de ir yo lei en el internet que las pupusas originales estaban de maíz por eso escogí este en vez de harina. También escogí revuelta porque tenía hambre y quería probarla con todos los ingredientes disponibles. Desafortunadamente, tenía una clase y por eso dije que mi orden fuera para llevar. Estaba barato y estaba listo en unos minutos. Esperábamos en una silla cuando estaban preparando mi comida y vimos todos los fotos de El Salvador en las paredes. No podía ver mucha de la cocina, solamente una olla muy grande con frijoles que parecen deliciosos.

La ventanita donde ordené

La pupusa fuera sabrosa y lleno de queso delicioso, caliente y de buena calidad. El curtido fuera agria, que mi amigo le gustaba muchísimo, pero a mi no. Me gustaba el sabor de la salsa de tomate, prefiero cosas más picantes en general, pero esta salsa vaya perfecta con la pupusa. El tomate apoya al sabor de la carne y combinó perfectamente en la boca. Estaba tan emocionada para comerla, que no me daba cuento que no tome un foto de la comida hasta cuando empecé a escribir este blog. Pero, cuando lo vi, parece como algo podrías encontrar en una cocina en El Salvador, cocinado en casa con amor. Relacionado a la autenticidad, no sé nada de la comida salvadoreña, por eso siento como sí fuera auténtica. Todos las personas tomando mi orden y dándome mi comida fuera muy genuina. Podía sentir una aura de familiaridad entre todos y todos hablaban como ha fueron allí por muchos años. Siento como estos sentimientos son de igual importancia a la calidad y sabor de la comida. Estoy emocionada para regresar y tener más tiempo para probar todo. Yo doy La Flor Blanca 4/5 estrellas.

Mi amiga y yo afuera de La Flor Blanca

Flor Blanca: Pupusas, Cervezas y Fútbol (Blog #1)

Por Carlin Pappas

Desde el exterior, Flor Blanca no parece mucho. Pero, en el interior es exquisita comida salvadoreña.

El domingo por la noche me encontré en un restaurante desconocido. Situado en un centro comercial en la esquina de las calles S. Alvarado y W. 8th es un restaurante salvadoreño. Flor Blanca Restaurante, que lleva el nombre de la flor nacional salvadoreña, es un negocio de gestión familiar. Desde el exterior, el restaurante, decorado con un cartel fluorescente y una bandera que publicitar de karaoke, parece un poco sospechoso. Pero en el interior, las paredes rosas y los paños de mesa de girasol te hacen sentir como en casa. 

Esta fue mi primera vez en un restaurante salvadoreño. No sabía que esperar. Para ser honesto, la única razón por la que elegí Flor Blanca fue porque mi amiga Sabby le gusta pupusas y dijo que sólo vendría conmigo si los conseguimos. También, estaba muy cerca de USC—solamente tres millas

¡Mi cita, Sabby!

Cuando nos sentamos, nuestra camarera, Jessica, sugirió que definitivamente pedir las pupusas ya que eran la comida más popular en el menú. Jessica dijo que las pupusas son el plato nacional de El Salvador. La tía de Jessica, Marlena, ha estado haciendo pupusas para Flor Blanca por más de veinte años. Marlena también es la propietaria de Flor Blanca. 

Las pupusas están hechas de una tortilla gruesa de maíz y rellenas de un sabroso relleno. Para hacer la masa, se mezclan masa de maíz, sal y agua. Entonces, puede agregar cualquier tipo de relleno: las opciones típicas incluyen carne de res, frijoles, queso y carne de cerdo. Se cocinan en un comal y se sirven con curtido y salsa.

En el restaurante pedí una pupusa de espinaca. Sabby pidió una pupusa de frijoles con queso y una pupusa revuelta. También pedimos plátanos fritos con crema y frijoles para compartir. 

Las pupusas son una comida callejera salvadoreña. Las pupusas fueron creadas hace siglos por las tribus Pipil, los indígenas de El Salvador. En los 1940s, las pupusas todavía no estaban muy extendidos en El Salvador y se localizaron principalmente en las ciudades centrales. Pero, a medida que la población comenzó a migrar a otras áreas en los 1960s, las pupuserías crecieron dentro de El Salvador y los países vecinos como Honduras y Guatemala, a veces con variaciones de forma, tamaño o relleno. 

En los 1980s, la guerra civil salvadoreña obligó a una migración salvadoreña a otros países, principalmente a los Estados Unidos. Flor Blanca es un ejemplo de un restaurante contemporáneo salvadoreño. 

¿Creo que Flor Blanca era auténtica?Como leemos en nuestras lecturas para clase, la palabra ‘auténtica’ es problemática. La autenticidad se construye social y personalmente. Igualmente, la palabra “varía dependiendo de los ingredientes disponibles, cambios en la tecnología, clase social y las influencias del comercio y los viajes.” 

En mi opinión, la pupusa que comí era tan auténtico como podría ser en el contexto de una pupusa en los Estados Unidos. Jessica nos dijo que los ingredientes utilizados en las pupusas fueron comprados en el supermercado local y Marlena los hizo todos a mano. 

Marlena y Jessica trabajando juntas en la cocina de Flor Blanca.

En su artículo sobre la comida mexicana en Los Ángeles, Sylvia Ferrero discute la «autenticidad escenificada» que se lleva a cabo en los restaurantes mexicanos en ciudades como Los Ángeles. Ferrero argumenta que los restaurantes mexicanos llevan una «vida dual;” algunos atienden a mexicanos y mexicanos locales, mientras que otros atienden a los no mexicanos considerados como comensales turistas. Mientras comía, noté que Flor Blanca representaba un restaurante para la comunidad salvadoreña y salvadoreña-americana. Sabby y yo éramos los únicos no salvadoreños en todo el restaurante. La mayoría de los clientes eran hombres salvadoreños disfrutando pupusas y bebiendo cervezas mientras miraba fútbol. 

A pesar de que éramos los forasteros, Jessica, Marlena y todos los clientes nos hicieron sentir bienvenidos. ¡Sin duda volveremos!