Carolyn Scott
Mientras preparamos la cena, hablé con mi mamá sobre la situación de comida en los supermercados. Ella dije que al principio, la gente compro en pánico todos los alimentos más básicos: no vio ninguna caja de pasta, ni un rollo de papel higiénico, ni una bolsa de verduras congeladas. Pensaba, en esta semana primera, que la cadena de suministro se recuperaría rápidamente, en una semana o dos.
Sin embargo, han pasado ses semanas, y todavía hay escasez. ¿Por qué? Segun el articulo de LA Times, la gente estadounidense gasta la mitad de su budget de comida en restaurantes. Con el cerramiento de muchas restaurantes, personas que en el pasado no compraba tanto de los supermercados de repente están comprando allí.
"Los restaurantes, una industria donde los estadounidenses gastan más de la mitad de su presupuesto anual en alimentos, están fuera de servicio." -LA Times
Para resumir, todavía hay escasez en los mercados debido a la demanda más alta para ingredientes causada por el cerramiento de restaurantes. Nuestra cadena de suministro estadounidense está calibrada para los hábitos normales de la gente, y en este pandémico, la definición de normal ha cambiado drásticamente.
Compradores, buscando alternativos de productos desaparecidos, causan escasez de otros productos. Un ejemplo de esta semana: levadura. Una escasez de pan en los mercados ha provocado una ola de panaderos en casa buscando los ingredientes para pan. Hoy en los estantes, es casi imposible encontrar levadura, harina, azúcar, y más. Para extender más los recursos mínimos, muchos, incluso mi mamá, han empezado un “sourdough starter” para crecer su propio levadura de pan.
Mi familia, aunque hemos cambiado nuestros hábitos de consumación, por lo general no tienen interrupción de nuestra suministro de comida. Podemos reír al escasez ridículo de pasta (con la excepción de tallarines de lasaña). Tenemos el privilegio de trabajar en casa con internet adecuado y espacios privados. Aunque mi trabajo de verano ha sido cancelado, mis padres tienen trabajo estable y no hay riesgo de escasez de comida en nuestra casa.
Pero para muchos, los espacios en la cadena de suministro tienen efectos más graves. ¿Quién sufre? La respuesta depende mucho en el racismo en el sistema alimentario. Cuando pienso de los efectos de racismo en nuestro sistema alimentario durante el coronavirus, pienso primero de los trabajadores agriculturales, predominantemente Latinos, que reciben pago mínimo, no tienen un plan de salud, y tienen que continuar trabajando sin protección adecuado durante el virus. El pandémico ha llamado atención a la realidad que el trabajo agricultural es la fundación de la vida en nuestra país (y en todos los países). Sin embargo, nuestra sociedad trata estos trabajadores críticos como no importan. Eso es el racismo furtivo, que torce nuestras actitudes sobre quiénes importan en la sociedad. La mitología estadounidense del “American Dream” dice que cualquier persona, por su trabajo, puede lograr una vida espléndida, y que alguien que tiene una vida difícil se merezca eso porque no ha trabajado bastante fuerte. Es una mentira. El trabajo fuerte no sirve para elevar la gente empobrecida, sirve para ganar dinero para los dueños de compañías grandes. Nadie merece sufrir.
El problema de racismo en nuestro sistema alimentario es complicada, y no hay solución fácil. Envuelve la comida, la industria, la actitud social, el gobierno, la inmigracion, y más. ¿Como puedo yo, una persona sola, contribuir a resolver la problema de racismo sistémico? Parece imposible. Pero este modo de pensar no es útil. Eso no es un problema que se puede resolver individuales. Es un problema que demanda acción comunitaria. Este semestre, he visto unos ejemplos de la comunidad trabajando juntos para luchar contra el sistema. Más fuerte en mi mente son los visitas de Merced Sánchez y Javier Cabral. Cabral, un escritor y fundador de LA Taco, trabaja con restauranteros y vendedores en Los Ángeles para establecer apoyo comunal de la gente. Sanchez, una vendedora ambulante y activista, ha luchado para los permisos oficiales para vendedores en la ciudad. Estoy muy agradecido de su generosidad de pasar tiempo con nuestra clase y nos enseña un poco de sus historias y valores. Otras momentos que me impactaron incluyen las visitas a Xtiosu Kitchen y Mariscos Jalisco. La experiencia de comer juntos con toda la clase es algo que me falta mucho durante este tiempo de cuarentena y separación. Ojala que estos restaurantes especiales sobreviven la crisis de coronavirus.
Citas:
https://foodfirst.org/desmantelando-el-racismo-del-sistema-alimentario/